domingo, 18 de enero de 2009

A propósito de Franco.

"El estado de ánimo que promueve el éxito de las creencias religiosas, de la invención de un mundo religioso, es el de resentimiento"

De Francisco Franco pueden decirse muchas cosas menos que no sea nacionalista, empecinado y enérgico a la hora de tomar decisiones. Cerca de un millón de muertos en la guerra civil así lo testimonian. Pero analizando con algo de profundidad sus orígenes encontramos un atenueante fundamental a su limitada ilustración: su crianza bajo una profunda devoción cristiana. Y es que el cristianismo, como dice Nietzsche, solo fomenta los valores mezquinos: la obediencia, el sacrificio, los sentimientos propios del rebaño; es la moral vulgar, la del esclavo, la moral de resentimiento contra todo lo elevado, lo noble, lo singular y sobresaliente; es la destrucción de los valores del mundo antiguo, la peor inversión de todos los valores nobles de Grecia y Roma.

Este fanático, con importantes falencias físicas e intelectuales, encontró en el ejército un terreno medianamente propicio para su gran afán de superación y fue asombroso cómo la ambición fue eficaz combustible para su ascenso en la vida, pues poco más disponía en su fenotipo. Debemos entender también que el contexto histórico de España en ese momento dió una gran oportunidad a este minúsculo de voz afeminada para despuntar y presentarse por fin en una escena trascendental: la gran inestabilidad del nuevo régimen y la posibilidad de una GUERRA CIVIL, donde los extremistas de un lado y otro se disputarían entre mares de sangre el control de un país sumido en el hambre y la incivilización. En este ámbito todo lo metódicamente aprendido, y la experiencia en el campo de batalla dió sus frutos aplastando a una izquierda desvencijada, egoísta y en sus últimos estertores, tan despreciable como el oponente que torpemente enfrentaban.

Cuando una persona mística, militar y ciertamente resentida llega al poder, las consecuencias son previsibles: no será capaz de administrarlo, ni querrá hacerlo... se embriagará de él y sucumbirá hasta el caos. Esta actitud es el común denominador entre los tiranos de la historia y se relaciona inversamente proporcional a los ideales, valores e inteligencia de un ser humano.
En el caso de Franco, su ineptitud llevó a identificarse como el Salvador de la Patria, y tal sin razón fue alimentada hasta el hartazgo por su ejército y la Santa Iglesia que veía como la Palabra de Dios volvía estar a salvo y más a salvo que en la edad media.
Los sectores más ilustrados del país pagaron con sangre su librepensamiento y es que a este General la compasión, virtud fundamental que reconoce el cristianismo, fue abortada completamente pero no ex profeso, porque en esto tampoco es el único dictador de la historia que cree que cualquier rebelde al régimen lo convierte en un traidor al país. Para ello se autompraclamó la voz de Dios en la Tierra, y así su justicia castigaría con la máxima pena a cualquier oveja negra de su rebaño ideal.

La consecuencia de tal desquisio, miles de idealistas muertos y fuga de cerebros al resto del globo. España completamente aislada del mundo, de sus revoluciones y evoluciones. Mientras el pensamiento y las concepciones universales estremecían occidente, el español medio se encontraba conforme con sus necesidades básicas satisfechas después de varios años de hambruna y la posibilidad de integrarse al mundo del consumo.
Se puede decir que el fantasma de otra Guerra Civil era la droga que mantenía al pueblo alienado y desinteresado en la política y la lucha por una democracia que restaurase los valores fundamentales de sus ciudadanos, valores violados una y otra vez por la dictadura del régimen, pero es ser demasiado simplista.
El conformismo español fue tal que 30 años estuvo en el poder Francisco Franco, y tuvo la oportunidad de morir rodeado de sus militares y gozando del poder que tanto daño ocasionó a la historia de España.
Los líderes de un país son reflejo de una sociedad, y pasado cierto tiempo, ésta es responsable de los mismos. Vamos, que cada país tiene los líderes que se merece.

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